lA LEY DE DIOS, UNA GUÍA OLVIDADA
Ateísmo, idolatría, padres deshonrados, familias destruidas, pleitos, guerras, terrorismo, hambre, robo, vicios, homicidio, adulterio, mentira, codicia, etc. Tal es el panorama que actualmente refleja nuestra sociedad, el mundo entero.
La humanidad entera busca desesperadamente una solución a tantos males que le aquejan. Para ello ha recurrido a la conformación de organismos y a la firma de tratados para que regulen las relaciones entre las naciones. A los sistemas jurídicos y cartas de derechos, para la mejor convivencia entre los individuos. Pero todo esto ha sido en vano.
La era en que vivimos es de grandes avances científicos y tecnológicos, pero con todo y esto, continúan las dificultades por todos lados, problemas que no se pueden resolver. ¿Cuáles son las causas de estos males que amenazan sin cesar la seguridad de la raza humana?
¿Por qué, a pesar de grandes progresos científicos y tecnológicos, nos encontramos víctimas de tantos males? ¿Hay alguna solución?
Sí, hay una solución para los peligros que nos acechan como mundo y como sociedad. ¡Es una solución muy clara! Pero muchos la rechazarían como algo ingenuo y simplista. Es ésta : Comenzar a obedecer Los Diez Mandamientos, aquellos mismos que fueron escritos por el Dedo de Dios (Éxodo 31.18) y dados al pueblo de Israel en el monte Sinaí hace casi 3500 años.
Imagínese cómo sería nuestro mundo si la gente observara el primero y segundo mandamiento: "No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy el Eterno tu Dios... (Éxodo 20.3-5). La idolatría cesaría. Esto no sólo incluiría la adoración a dioses o imágenes de dioses que no existen, sino también la idolatría del mundo civilizado que ha hecho del dinero, posiciones, fama o cualquier otra cosa, su dios.
Si el tercer mandamiento: "No tomarás el nombre del Eterno tu Dios en vano..." (Éxodo 20.7) fuera tomado con seriedad, no sólo no se expresarían o imprimirían palabras profanas, aún más, la así llamada "sociedad cristiana", viviría conforme a la voluntad divina, dando con ello gloria y honor al nombre de Dios.
Un día separado al fin de cada semana, como lo expresa el cuarto mandamiento: "Acordarte has del día de reposo, para santificarlo : seis días trabajarás, y harás toda tu obra; más el séptimo día será reposo para el Eterno tu Dios : no hagas en el obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas : porque en seis días hizo el Eterno tu Dios los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que ellas hay, y reposó en el séptimo día : por tanto el Eterno bendijo el día de reposo y lo santificó" (Éxodo 20.8-11 / RV1909), haría mucho para aliviar el esfuerzo mental y el cansancio físico del género humano, habilitando a cada individuo para la meditación, reposo y adoración a Dios.
La observancia del quinto mandamiento: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Eterno tu Dios te da" (Éxodo 20.12), haría de la familia una institución sólida, con elementos conviviendo en armonía y felicidad. No habría más gente anciana en los asilos, olvidada por sus hijos.
Qué decir de un "No matarás" (Éxodo 20.13) en acción. Las guerras, grandes y pequeñas se terminarían súbitamente. Los terroristas abandonarían sus planes, lo mismo que todas las personas que proyectaran cometer robos a mano armada, asesinatos y otros actos de violencia. Nuestras ciudades se volverían seguras. La industria y el comercio de armas cesaría.
Si los restantes mandamientos fueran tomados en cuenta por la gente de este mundo, no habría más odio, infidelidad matrimonial, calumnia, difamación o codicia. ¡Qué maravilloso sería este mundo!.
Pero así como es una verdad que la observancia de los diez mandamientos traería paz y felicidad al género humano, también es una verdad que el hombre por sí sólo no puede cumplirlos, necesita ayuda.
El mismo apóstol Pablo descubrió por propia experiencia que no podía guardar estos mandamientos si confiaba solamente en su propia fuerza, pues había un mal natural dentro de él que se resistía a la voluntad de Dios (Romanos 7.7-25).
La Santa Escritura nos dice: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4.13), es decir, Cristo, es la fuerza que el mundo necesita para cumplir con los preceptos indicados en la Ley de Dios. Ningún hombre por sí solo lo podrá hacer.
Este poder está disponible para la humanidad entera, para todo aquel que lo quiera, para usted. Todo lo que necesita es...
Conocer y Aceptar a Jesucristo como su Salvador: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos4.12). Iniciar una nueva vida en Cristo: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2ª Corintios 5.17).
De esta manera usted estará capacitado para guardar los mandamientos divinos por fe y amor a Dios, y a su Hijo Jesucristo : "...Este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos" (1ª Juan 5.3; Juan 14.15). Y además, gozará de todos los beneficios que trae el vivir conforme a la voluntad divina.
Y santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios. Ezeq. 20:20